Sábado 9:00 am 18 de agosto 2018, andando en mi camioneta por la avenida Gonzalitos daría vuelta hacia la izquierda en paseo de los Leones rumbo a recoger a mi hija Camila y recuerdo que abajo del puente de C. Livas estaban los familiares de los hospedados en el hospital universitario, lo recordé porque alguna vez mi papá me llevo a regalar sándwiches ahí con una comunidad organizada que a eso se dedicaba, a ayudar a esa gente, siendo yo un ente valemadre sin ninguna comunidad organizada me dije a mi mismo: Si ¿por qué no? Aquí traigo 100 sándwiches en la camioneta, y para eso son.
Ya estacionado debajo del puente, bajo un pie de la camioneta y se empiezan a acercar algunos hombres de media edad y al unísono preguntan “¿qué trae?” primero con algo de miedo por el acelere del paso de aquellos me quedé callado, a los cuantos segundos por defensa pregunto: ¿quieren sándwiches jefe? Viendo a los ojos al que venía de cabecera, rápidamente me contesto afirmando con la cabeza, cuando menos lo pensé, se dejaron venir como 100 tipos, quizás eran 10 o 20, yo los sentí como 100. Pongo las canastas llenas de bolsas de sándwiches en el asiento del piloto para yo estar cerca del volante por si cualquier cosa pasaba y empiezo a abrir con cuidado las bolsas, en el segundo número 2 comienzo a romper las bolsas desesperado por la cercanía de los ahora atacantes y desesperado pero conciso levanto la voz y grito: “¡a ver! En fila y de uno por uno cabrones.”
Molestos me hacen caso y comienza la repartición, a los pocos segundos ya me quedaba la mitad de los sándwiches y se volvía a acumular el tumulto, cada vez con más agresión y angustia de no alcanzar su primer alimento del día (o de dos), todo esto seguramente paso en un lapso de menos de 5 minutos, yo lo sentí una hora, cuando menos lo espero los manotazos ya eran sobre mi cara y mi cuerpo, asustado aviento los pocos sándwiches que quedaban no se hacía donde, subo a la camioneta y arranco.
Durante horas ese mismo día sentí un remordimiento en el pecho que nunca había sentido, era un compromiso que debía de solidificar y hacer realidad con más convicción y verdad que cualquier político que haya prometido bienestar.
Realmente ayudar sería una labor dura, desesperante, sacrificante y aburrida, pocos querrían hacerlo, me propuse jamás dejar de preparar 400 sándwiches todos los viernes para entregarlos los sábados, se lo propuse a mi equipo y me siguieron la onda.
Con el tiempo el trabajo creció y el equipo también, empecé a conocer gente chingona que se sumó al esfuerzo y seguí ayudando. Sin embargo, falta una chispa, no necesariamente tiene que ser aburrido.
En junio 2020, Pato de Cerveza Rrëy me manda un mensaje diciéndome que quiere hacer algo para apoyar a nuestra fundación Pan Para Todos, entre bla y bla hablamos de una cerveza, y luego una cerveza con pan, me dice hay una referencia en Reino Unido en donde hacen una cheve con merma de pan de panaderos locales, todo empezaba a hacer sentido hasta que nos dimos cuenta que con la merma de pan que teníamos solo lograríamos hacer 40 cartones de cerveza, esto no nos detuvo y empezamos el proyecto, es así como nace “King of Breakfast” una Bread Pale Ale que lanzaremos el día 10 de agosto 2020, no podemos esperar para poder probarla y divertirnos ayudando a la gente que más lo necesita. La mitad de las ganancias de esta cheve se convertirán en sándwiches y hornos para nuestra fundación la cual es liderada por Thania y Tello.
Quien diría que 2 años después de ese gesto desinteresado y sin afán de más, estaríamos divirtiéndonos y tomando cerveza. Así que no te quedes sentado, tómate una cheve con nosotros y ayúdanos a ayudar.
WRITTEN BY
Jesus Elizondo Martinez Corona